martes, 3 de junio de 2008

Aquellos maravillosos años





Mis ojos se llenan de lagrimas, cuando recuerdo mi infancia y comprendo que la he perdido para siempre, aquella infancia en la que nos divertiamos con cualquier cosa, con un globo y una botella fabricabamos un tirachinas, con una madera, pinzas para la ropa, puntas y gomas de las cajas de los zapatos haciamos un arma con la que arrajabamos piedrinas o también conocido como chinotes a las salamandras en verano, cuando jugabamos a los bolindres o canicas, cuando con una peonza eramos felices o cuando sonreíamos al ver volar nuestra cometa hecha con los plásticos de los flash. ¿Quien no se ha puesto a vender golosinas encima de una caja de cartón? Me da lástima al ver que esto se ha perdido, pero lástima por los jóvenes de ahora que no han conocido eso. No sé quién será el culpable de esto, si los videojuegos, que no creo porque antes también existían aunque más humildes, en los que no teniamos que matar a nadie, sino saltar encima de un bicho que no creo que nadie supiera que era o de una tortuga, o simplemente colocar bloques o romper bolitas, también puede ser culpable la televisión, pero tambián veiamos la tele de pequeños, y unas series que no volverán a verse en televisión, como goku, los caballeros del zodiazo, los osos amorosos, david el gnomo, los pitufos, etc. Creo que ya no se disfruta de esa infancia porque esa infancia pasaba de padres a hijos y los padres de hoy en día no es que pasen mucho tiempo con sus hijos, ya que los dos tienen que trabajar.

Aunque en los juegos no creo que este la parte más trágica, siempre recordaré mis primeros pasos con las chicas, los nervios que sentía al cogerle la mano a una chica, o la primera vez que le eché el brazo por encima, o cuando le dí el primer beso (en mi caso me ayude con un picoteo), y lo mal que lo pasaba cuando iba a intentar tocarle el culo, luego los pechos y asi. Cada paso que daba con una chica era una odisea, conllevaba meses dar el suiguiente paso y creo que era lo mejor, porque así lo disfrutabas más. Ahora es raro que alguien con 14 o 15 años no lo haya hecho.

Pensadolo bien mis lagrimas se transforman en sonrísas, porque yo al menos tuve infancia, llena de recuerdos, donde heramos traviesos y no sinvergüenzas, donde existian esos animalitos que te revoloteaban en la barriga, donde al contar le he dao un beso era todo una hazaña que llenaba de envidía a muchos, donde sonreías de verdad, porque hay fuimos más felices que en lo que nos queda de vida, porque daría todo lo que tengo por vivir otra vez la edad del pavo, o los momentos en los que deseabas que te sañiera bigote, pelos en los sobacos e incluso en las partes.

Espero que si algún día tengo descendencia, pueda traspasarle lo que yo conocí, crearles esa infancia que ya se resisten a tener. Para que ellos puedan algún día recordar aquellos maravillosos años.

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